domingo, 22 de enero de 2017

MICROCUENTO.

La escoba y las ramas de muérdago la delataron. Musitó angustiada un conjuro, sus alas coloridas no pudieron con el fuego.

MEDICINA Y LITERATURA

MEDICINA Y LITERATURA No sabría decir si se trata de que la medicina sea una profesión muy común o si es que a casi todo el mundo le da por escribir. Lo cierto es que existe una relación interesante y profunda entre la medicina y la literatura. Todo comienza cuando el paciente le cuenta sus dolencias al galeno, y éste debe organizar los síntomas y signos, para construir una historia, una historia verdadera y congruente, en donde todo encaje para que se dé un diagnóstico. Es así como desde el tercer año de la carrera, se nos enseña a oír cuentos muy largos, para luego convertirlos en otros cuentos, bastante precisos y sintéticos por cierto. Esos relatos deben luego escribirse, re-escribirse y resumirse: enfermedad actual, antecedentes personales, examen funcional, examen físico, diagnóstico, resumen de ingreso, resumen de egreso, etc. ¿Será por eso?, ¿será que de tanto escribir se deteriora a más no poder la letra del médico, hasta llegar al punto en que nadie la entiende? Pero con buena o mala letra, lo indudable es que el médico desarrolla una gran capacidad de síntesis, de expresión verbal y pensamiento lógico, amén de las miles y miles de páginas leídas indispensables, para poder aprender el arte. Llegando así a un desenlace determinante: todo médico escribe y prescribe. Vaya aquí una pequeña muestra aleatoria y caprichosa de algunos médicos aventajados en el arte de contar historias: Francois Rabelais, John Keats, Antón Chejov, John Locke, Friedrich Schiller, Johann Wolfgang Goethe, Sir Arthur Conan Doyle, Ellis Henry Hayelock, William Somerset Maugham, Oliver Wendell Holmes, Mijail Bulgákov, Sigmund Freud, Frank G. Slaughter, William Carlos Williams, Axel Munthe, Sir Geoffrey Langdon Keynes, Archibald Joseph Cronin, Douglas Guthrie, Mariano Azuela, Carlo Levi, Miguel Torga, Pío Baroja, Gregorio Marañón, Jaime Salom, Carlos Castilla del Pino, Pedro Mata y Fontanet, Don Pedro Laín Entralgo, Juan Antonio Vallejo-Nágera, Michael Crichton, Noah Gordon, Stephen J. Bergman, Deepak Chopra, José María Vargas, Luis Razzetti, Lisandro Alvarado, Arístides Rojas, Ricardo Archila, M. Zúñiga Cisneros, Blas Bruni Celli, Francisco Herrera Luque, Nora Bustamante, Carlos Pérez Mujica, etc., etc… Es obvio que podríamos llenar muchas páginas con nombres de médicos escritores, pero no es la idea. Esta es una representación mínima de aquellos que no sólo prescriben. Sino que a su vez sienten pasión por escribir y leer, esa enfermedad contagiosa en que se puede convertir la literatura. Y de la cual, gracias a la providencia, muchos médicos no se han contagiado, ya que es bien sabido la cantidad de obsesiones y fantasmas que persiguen a los poetas, de manera que así, siempre habrá alguien atendiendo en las emergencias y quirófanos. Cuentan que un día Richard Blackmore, poeta inglés del siglo XVII, cirujano y médico de cámara de Guillermo III, pidió consejo a su famoso colega Sydenham, apodado el Hipócrates inglés, sobre qué libro debería leer para aumentar sus conocimientos profesionales, a lo que Sydenham respondió sin vacilación: “Leed el Quijote”. Alejandro Zambrano Ferre.- Enero 2017