Regresé al ayer
de muros que nunca he visto,
de un cielo azul distinto,
de un vermouth
que a destiempo,
abrió apetito de recuerdos
que crujen al mediodía
con el frío en un alma de invierno.
En la plaza de Cibeles
reconocí la sonrisa
ya borrosa de mi abuela,
agitando su abanico
de mi cómplice silencio.
martes, 20 de octubre de 2009
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